En algunas aldeas de Namibia cuentan que hace mucho,
mucho tiempo, el
cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro. Dicen que
pasaba todo el día
debajo del agua, en las aguas embarradas y que sólo salía de ellas
durante la noche, y
que la luna se reflejaba en su brillante y lisa piel. Todos los otros
animales iban a esas
horas a beber agua y se quedaban admirados contemplando la hermosa piel
dorada del
cocodrilo.
El cocodrilo, orgulloso de la admiración que causaba
su piel, empezó a salir del agua
durante el día para presumir de su piel. Entonces, los demás animales,
no sólo iban por
la noche a beber agua por la noche sino que se acercaban tambien cuando
brillaba el sol
para contemplar la piel dorada del cocodrilo.
Pero sucedió, que el sol brillante, poco a poco fue
secando la piel del cocodrilo,
cubierta de una capa de reluciente barro, y cada día se iba poniendo más
fea. Al ver
este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración.
Cada día, el
cocodrilo tenía su piel más cuateada hasta que se le quedo como ahora la
tiene, cubierta
de grandes y duras escamas parduzcas. Finalmente, ante esta
transformación, los otros
animales no volvieron a beber durante el día y contemplar la antigua
hermosa piel dorada
del cocodrilo.
El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada,
nunca se recuperó de la
vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se
sumerge
rápidamente en el agua, con sólo sus ojos y orificios nasales sobre la
superficie del
agua.
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