viernes, 16 de marzo de 2012

Leyenda Africana

Ngai y el Hipopótamo.
Cuando el poderoso Ngai
creó al Hipopótamo, le dejó libertad para que comiera cualquier cosa que le
gustase de las que crecían y vivían en el mundo.
Y el Hipopótamo probó de
todo cuanto veía y le parecía apetitoso; frutas jugosas, lagartijas y
escarabajos, pajarillos, ratones distraídos y, en fin, cualquier otra cosa que
estuviera al alcance de su enorme boca.
Y sucedió que un día
hacía tantísimo calor que el Hipopótamo pensó en darse un buen baño. Pensarlo y
ponerse en marcha hacia el agua, fue todo uno. Con un bufido de placer se
sumergió hasta las orejas y estaba tan a gusto, que se quedó medio dormido.
Pronto notó una gran agitación en el agua. Eran peces; muchos peces que, sin
ningún respeto, nadaban entre sus patas a toda velocidad. No quería salir del
agua y tampoco quería que le molestaran los peces así que, sencillamente abrió
la boca y se comió todos los que pudo alcanzar.
¡Ah, nunca lo hubiera
hecho...! ¡Esos peces de la laguna eran los queridos peces de Ngai, sus
favoritos entre todos los animales...! Y Ngai se enfadó muchísimo con el
Hipopótamo y le prohibió que volviera a comer ninguna clase de carne ni pescado.
De ahora en adelante sólo podría comer hierba.
El pobre Hipopótamo, se
quejó amargamente.
-¡Ngai, te lo
suplico...! Cuando mastico la hierba, sus briznas se me quedan entre los dientes
y me producen mucho dolor. Te ruego que me permitas comer alguna otra cosa.
Recuerda que tú no me habías prohibido comer peces.
Ngai pensó en ello y le
dio una solución al Hipopótamo: sólo podría comer hierba, pero los peces del
lago le limpiarían los dientes siempre que lo necesitara. Pero le
advirtió:
-Hipopótamo; si se te
ocurre cerrar la boca mientras tengas uno de mis adorados peces dentro de ella,
prometo que nunca más volverás a abrirla y te morirás de hambre.
Al Hipopótamo no le
quedó más remedio que acatar las órdenes de Ngai.
Y le ha ido bastante
bien desde entonces, porque Ngai
procura que siempre haya mucha y sabrosa hierba donde él pasta.

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