Antonio llevaba diariamente a pastorear a más de un centenar de cabras, borregas y algunas vacas. Parte de las cabezas de ganado eran de su propiedad, otras de vecinos que pagaban a Antonio para que las llevase a pastorear.
Rafaela vendía la leche y hacía algunos quesos. Como en toda familia humilde de la época los hijos tenían que ayudar a sostener la economía familiar.
Así, a la edad de 8 años, José tuvo que abandonar la escuela del Ayuntamiento sita en Las Colonias a la que acudía, para ayudar a su padre con el ganado.
Al morir su padre, José, que a sus poco más de 16 años estaba harto de ganado, se deshizo de las reses y comenzó a ejercer toda suerte de faenas agrícolas. Su oficio y buen hacer hizo que, una vez licenciado, fuera llamado a trabajar como encargado en una finca situada en los alrededores del Matadero y propiedad del D. Luís Klauss, el cónsul alemán como se le conocía en Huelva. Allí se casó con María, hija de un trabajador de las Minas de Río Tinto que vivía en el Barrio Obrero.
De allí, a los carros del transporte de la construcción y más tarde a la Pescadería. Entre acarrear el pescado que desembarcaban las vaporas y arranchar los barcos antes de su partida a la mar pasó los 28 años siguientes de su vida. Los frigoríficos de la Empresa Pelayo Franco fueron su último trabajo, allí se jubiló en el año 1977.
Pocos meses después enviudó y se trasladó a vivir con una de sus hijas.
Un hombre activo como José no podía permanecer sin ocupación y así empieza a ayudar a su hija Juani, entre otros menesteres, llevándole los hijos al colegio.
Juani era un miembro activo de la Asociación de Padres del Colegio Manuel Siurot. José comienza a colaborar en cuantas actividades organiza la APA siendo uno más de aquellos padres y madres que dedicaban sus esfuerzos y su tiempo para engrandecer la escuela de sus hijos y, en este caso, nietos.
De la APA, y como tiempo era lo que a José le sobraba, al Colegio. Empieza a ofrecer su ayuda tanto a Dirección, como a personal administrativo.
José, el abuelo, empieza a ser conocido en despachos de la Delegación de Educación, del Ayuntamiento y otros organismos oficiales con los que el colegio tiene relación. Pero no con estas tareas se conforma el abuelo, y así acompaña y ayuda a maestros y maestras en excursiones y salidas de estudio fuera del centro, y muy especialmente en la Campaña Municipal de Natación Escolar.
Opina y participa en todos los asuntos del centro, cuida las plantas, ayuda al Conserje en el cuidado de la puerta, les tramita muchos asuntos personales a maestros y maestras, no se pierde ni una de las comidas del colegio.
En los últimos años el abuelo ha recibido varios reconocimientos a su labor: Elena Domínguez le dedicó un entrañable reportaje en el periódico Odiel Información; el Delegado de Educación le impuso la insignia de plata de la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía, fue llamado por RTVA a participar en el programa Senderos de Gloria, y el pasado día del maestro, el Claustro de Profesores del CEIP Manuel Siurot le impuso la insignia de oro del Colegio. En 2003 recibió el premio “Cerca”,otorgado por la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía.Y ESTA ES LA HISTORIA DEL ABUELO DEL COLEGIO.
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