La vuelta al curso escolar suele plantear el inicio de una nueva etapa que supone retos y objetivos renovados, sin embargo, en esta ocasión, la gestión de la crisis ha confirmado los peores pronósticos que se anunciaban a principio de verano. La presión que los mercados ejercen sobre España para acabar con los déficits presupuestarios ha pasado a los Gobiernos autónomos. Los recortes se han dejado sentir especialmente en la educación pública, en Comunidades Autónomas como Madrid, Galicia, Castilla la Mancha, Cataluña o Navarra, donde se opta por enfocar la educación como un gasto y no como una inversión, obviando que ésta un enfoque de gasto y no de inversión, obviando que es uno de los pilares del Estado de Bienestar, imprescindible para la construcción de la democracia y la igualdad, así como para el desarrollo económico y social.
La no contratación de profesorado y el aumento de horas lectivas (que no de horas laborales, como en un primer momento declaró la Presidenta de la Comunidad de Madrid), y la supresión de presupuesto para programas se traduce en el aumento de número de alumnos y alumnas por clase, la supresión de grupos reducidos en asignaturas instrumentales y laboratorios, la supresión de programas de orientación, proyectos de centro, mayor dificultad para hacer desdobles y apoyar a quien tiene dificultades de aprendizaje, menos actividades extraescolares, dificultades para suplir las bajas por enfermedad o la necesidad de cubrir asignaturas con profesorado no especializado en la materia… en definitiva, un proceso que dificultará enormemente los objetivos que nos debemos plantear para desarrollar un educación de calidad, donde cada persona tenga las mismas oportunidades de acceso al conocimiento, al propio desarrollo y al aprendizaje de la convivencia democrática, como parte de su formación como ciudadana y ciudadano.
Por esto es la razon por la que hoy hemos salido a manifestarnos.
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